En unas horas, las calles de toda la geografía nacional se inundarán de procesiones con motivo de Semana Santa. Una tradición que se ha convertido en un atractivo turístico clave para España y que no sería posible sin la desinteresada labor de los cargadores. Estos hombres y mujeres cargan sobre los hombros el peso de los pasos que forman parte de los cortejos de Semana Santa para deleite de cofrades, turistas y todo aquel interesado en esta tradición con siglos de antigüedad.
Los motivos que llevan a estas personas a procesionar como cargadores llevando sobre sí más de 60 kilos son de muy diversa índole, pero, independientemente de los mismos, todos aquellos que deseen hacerlo deben ser conscientes de que si no se toman medidas preventivas, existe el riesgo de padecer lesiones.
Por ello, resulta fundamental “evitar la improvisación”, ya que se trata de una actividad física que requiere un esfuerzo elevado para soportar una carga asimétrica sobre un lado del cuerpo, que provoca máxima tensión muscular y sobrecarga articular.
Tal y como explican los expertos, es preciso tener en cuenta que ser cargador supone una prueba física que necesita de preparación. Para evitar las lesiones y los dolores más frecuentes (contracturas musculares y tendinitis, ambas a nivel del hombro y la espalda), además de esforzarse por lograr un buen estado muscular de base durante los meses anteriores, proponemos cinco recomendaciones a seguir:
1. Entrenar de forma previa
Durante las semanas anteriores a la procesión, es recomendable realizar ejercicios que entrenen la musculatura que vamos a necesitar. Es esencial fortalecer la musculatura abdominal, especialmente la profunda (el trabajo correcto del músculo transverso abdominal ayudará a proteger la zona lumbar, ya que este músculo actúa como una faja).
2. No olvidar los ejercicios de calentamiento
Realizar ejercicios antes de comenzar en los que se involucren los principales grupos musculares implicados (cuello, hombro, zona lumbar, muslo y pierna) es clave en la prevención de lesiones.
3. Aprender y practicar una postura correcta
Es preciso mantener una postura adecuada para la carga, intentando la correcta alineación del cuerpo, con la mirada al frente para evitar el daño cervical y promoviendo la autoelongación –buscar con la postura la sensación de crecer–.
4. Llevar una respiración adecuada
Tan importante como cuidar la postura durante el esfuerzo es poner atención a la respiración. Si no es correcta, limitará la cantidad de oxígeno que llega a los músculos, dejándolos sin combustible y provocando fatiga muscular y agotamiento.
5. Evitar prendas y calzado incómodos y mantenerse hidratado
Aunque pueda parecer menos importante, llevar ropa y zapatos adecuados es clave durante los días en los que se procesionará bajo el paso; como también lo es beber agua. Lo idóneo es elegir ropa cómoda y no muy ajustada, que no dificulte los movimientos y la respiración; y beber agua en pequeñas cantidades durante la actividad para evitar una posible deshidratación, ya que la procesión puede prolongarse durante horas.
Asimismo, recordamos la necesidad de acudir al fisioterapeuta en búsqueda de ayuda y consejo tanto durante las semanas previas a la procesión como después. Se trabajará sobre las diversas disfunciones que se puedan tener previas a las procesiones, además de enseñar diversos ejercicios, tanto de estiramiento, como posturales,para evitar en gran medida las posibles molestias que puedan aparecer. Una vez finalizada la procesión, es muy recomendable realizar una sesión de tratamiento con el fisioterapeuta para la recuperación adecuada de los músculos y articulaciones, evitando así problemas futuros.